Tu reflejo no es el problema

Una carta al cuerpo y al alma. Un recordatorio de que el hambre emocional no se calma con dietas, sino con amor propio

CARTAS

Katia Medeles

Carta a tu cuerpo

Hay momentos en los que sientes que no te gustas.
Te miras al espejo y no ves lo que los demás ven.
Ves algo roto, algo que “debería ser distinto”.
Y entonces empiezas a exigirte. A compararte. A castigar a tu cuerpo por no ser como quisieras.

Pero, amor…
tu cuerpo no es el problema.
El problema es cómo has aprendido a mirarte.
El problema es cómo has aprendido a hablarte.

Vivimos en una sociedad donde se aplaude el “estar delgado”, el “ser fit”, el “comer limpio”, pero muy pocas veces se habla del dolor que muchas personas están cargando por dentro.
Detrás de muchos cuerpos delgados hay tristeza.
Detrás de muchas obsesiones con la comida hay abandono, rechazo, sensación de no ser suficiente.

La anorexia, la bulimia, los trastornos alimentarios no son solo físicos.
Son heridas del alma.

Heridas que te hacen creer que si no encajas, no vales.
Heridas que nacen del miedo a no ser querido, del intento desesperado por controlar algo cuando todo parece descontrolado por dentro.

Y lo peor es que a veces, el cuerpo termina cumpliendo órdenes que tú misma, tú mismo, le das todos los días sin darte cuenta.
Te dices: “estoy gorda”, “me veo fatal”, “no me gusto”,
y el cuerpo responde: con angustia, con ansiedad, con síntomas.
Tu mente crea neuroconexiones que lo único que hacen es reforzar esa imagen de ti que no es real.
Y cuanto más te lo repites, más lo crees.
Y cuanto más lo crees, más lo vives.
Hasta que dejas de ser tú.
Hasta que te conviertes en esa distorsión.

¿Sabes lo que hace el cuerpo cuando le hablas mal cada día?
Libera cortisol.
Y el cortisol es uno de los químicos más letales que existen para el bienestar emocional y físico.
Te hincha. Te deprime. Te desregula. Te apaga.

Por eso es urgente que empieces a hablarte diferente.
No se trata de tener un cuerpo perfecto.
Se trata de tener un cuerpo saludable, en equilibrio con tu alma.

Se trata de comerte una pizza si te apetece,
de disfrutar un postre sin culpa,
de saber que un capricho no es lo mismo que comer por ansiedad.

Se trata de no usar la comida como castigo,
ni como anestesia,
ni como moneda para comprar tu autoestima.

El hambre no se sacia con comida.
El hambre emocional se sacia con amor.
Y ese amor tiene que empezar por ti.

Eres perfectamente imperfect@.
Y ahí, justo ahí, está la magia que te hace brillar.

Así que, por favor,
deja de castigarte por no tener el cuerpo de una revista.
Deja de medirte en likes.
Deja de exigirte el molde de alguien más.

Y empieza hoy, aquí y ahora, a decirte algo diferente.
Dite al espejo:
“Estoy en proceso.
Estoy aprendiendo a amarme.
Y merezco tratarme bien.”

Porque si tú no te quieres bien, ¿quién lo hará por ti?
Y si no es ahora… ¿cuándo?

No dejes que la vida se te pase llena de “y si…”.
Haz el cambio hoy.
Hoy puedes.
Hoy mereces.
Hoy eres.

Con todo mi amor,
esta carta también es para ti.

Katia Medeles

Contenido protegido por derechos de autor.
Gracias por honrar la energía con la que fue escrita.