El vacío no se llena con cosas
Reflexión sobre los vacíos emocionales y las compras compulsivas. El vacío no se llena con objetos, se llena con amor propio.
REFLEXIONES
Katia Medeles


El vacío que no se llena con cosas
Hay vacíos que no sabemos nombrar.
Vacíos que no hacen ruido, pero duelen despacio.
Vacíos que llegan sin aviso y se instalan en el alma como una sombra silenciosa que nos acompaña durante el día.
Muchas veces no entendemos de dónde vienen. Solo sentimos ese hueco. Esa falta de algo que no está, de algo que no fue, de algo que tal vez nunca supimos que necesitábamos.
Y entonces buscamos llenarlo. Porque el vacío duele. Porque pesa. Y lo más fácil, lo más inmediato, es recurrir a las cosas.
Una compra. Una chaqueta nueva. Un móvil. Una vela aromática. Ese instante de recompensa trae alivio, pero dura poco. Porque el vacío sigue ahí. No importa cuántas bolsas lleves en la mano: si lo que falta está dentro, lo de afuera nunca basta.
A veces ni siquiera hay dinero, pero igual compramos. Nos endeudamos, nos presionamos, nos castigamos después con la culpa y la pregunta “¿por qué lo hice otra vez?”. Y así el vacío crece.
No es debilidad. No es falta de control. Es que nadie nos enseñó a mirar hacia dentro cuando algo nos falta.
Muchos de estos vacíos nacen de lejos, de la infancia. De abandonos emocionales invisibles, de momentos en que necesitábamos atención y no la hubo. Hoy, cuando el presente enciende esa chispa parecida, nuestro inconsciente reacciona y busca llenar lo que siente que falta.
Las compras se vuelven anestesia. Un modo de decir: “Estoy mal, pero no quiero sentirlo.”
Todos, en algún momento, hemos querido llenar un hueco con algo brillante. Pero el brillo de afuera nunca reemplaza la luz de adentro.
Por eso, antes de comprar, respira. Pregúntate:
—¿Qué estoy intentando llenar con esto?
¿Un silencio?
¿Una herida?
¿Una necesidad de amor o de validación?
No te castigues por sentirlo. Obsérvate. Y si puedes, empieza a darte a ti lo que buscas fuera: más tiempo, más atención, más respeto por tu historia.
El vacío no se llena con objetos. Se llena con presencia, con conciencia, con amor propio.
No eres lo que compras.
No eres lo que debes.
Eres lo que te das cuando eliges mirarte de verdad.
Y si hoy te sientes vací@, cansad@ o perdid@, recuerda: no estás rot@. Estás despertando.
Y ese, siempre, es el primer paso para sanar.
Que estas palabras te recuerden que lo que buscas fuera ya habita en ti.
Contenido protegido por derechos de autor. Gracias por honrar la energía con la que fue escrito.
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