Cuando una mujer se va en pedacitos
Una reflexión sobre cómo el amor se apaga poco a poco y cómo ese dolor puede convertirse en reconstrucción y fuerza personal.
REFLEXIONES
Katia Medeles


Cuando una mujer se va en pedacitos
Un día te preguntas por qué.
Por qué se terminó el amor.
En qué momento dejó de mirarte como antes.
Y empiezas a buscar respuestas. Pero, en el fondo, ya las conoces.
No es que no las entiendas, es que a veces no quieres verlas.
Cuando alguien permanece en una relación, no siempre es solo por amor. A veces está porque recibe atención, ternura, detalles que alimentan el alma. Pero cuando todo eso se convierte en rutina, cuando la mirada se apaga, cuando el otro deja de sentirse visto… algo empieza a romperse.
Una mujer no deja de amar de un día para otro.
Una mujer empieza a sentirse sola mientras sigue durmiendo a tu lado.
Se siente invisible mientras caminas por la casa.
Se apaga poco a poco, hasta que ya no queda luz.
El cuerpo sigue ahí, pero el alma… hace tiempo que se fue.
Cuando una mujer se desenamora de verdad, no ocurre en un instante. Ocurre en pedacitos. En cada vez que pidió atención y no la recibió. En cada vez que se sintió invisible. En cada vez que no encontró un compañero, sino un fantasma.
La transformación no pasa solo en la naturaleza o en los años. También pasa en el amor. Y duele.
Te miras en el espejo y descubres que ya no brillas como antes, que tu sonrisa se ha apagado. Ese reflejo puede ser brutal, pero también es el inicio de la sanación.
Porque no estás rota: estás en reconstrucción.
Ese dolor es la puerta.
El recordatorio de que pusiste tanto amor afuera que te olvidaste de ti.
Y entonces llega el momento de elegir: castigarte o reconocerte.
Reconocerte es amarte.
Amarte es aceptar que nada es para siempre. Que las relaciones no se rompen siempre por falta de amor, sino por falta de acuerdos, de alianzas, de consciencia.
Podemos cambiar. Podemos reescribir nuestra historia.
El primer paso es comprometernos con nosotros mismos.
Crea tu propio mantra.
Una frase que sea tu escudo y tu motor, un recordatorio de que vales.
Yo, por ejemplo, tengo uno:
"Despierto como un gigante.
Actúo como un gladiador.
Mantengo el corazón de ser humano.
Y tengo la humildad en el alma para pensar con claridad y actuar con honestidad."
Este es mi refugio.
Encuentra el tuyo.
Porque no eres lo que te hicieron.
Eres lo que decides ser cada día.
Que estas palabras te recuerden que no estás rota: estás en reconstrucción.
Contenido protegido por derechos de autor. Gracias por honrar la energía con la que fue escrito.
Si esta reflexión resonó contigo, te invito a explorar más en nuestras experiencias de Emoción Lab.


Transformación
Experiencias que transforman tu bienestar emocional.
Bienestar
Crecimiento
© 2025. Todos los Derechos Reservados Emoción Lab
