Cuando darlo todo no es suficiente

Cuando darlo todo no es suficiente, no eres tú quien falla: es el vínculo. Reflexión sobre amor, dignidad emocional y aprender a soltar.

REFLEXIONES

Katia Medeles

Cuando darlo todo no es suficiente

Hay momentos en los que das todo.
Das tiempo.
Das amor.
Das energía.
Das hasta lo que no tienes.

Y aún así… no es suficiente para el otro.

Entonces llega la pregunta:
¿Qué más tengo que hacer para que me quieran?
¿Qué más tengo que demostrar para que me vean, para que se queden?

Te desgastas.
Te rompes por dentro.
Te vuelves experta en anticipar las necesidades de los demás, en complacer, en sostener…
pero, ¿quién te sostiene a ti?

El problema no es que des demasiado.
El problema es dar esperando ser correspondid@.
Y cuando no lo eres, sientes que fallaste.
Que no vales.
Que no eres suficiente.

Pero escucha bien:
No estás hecha para encajar en corazones pequeños.
No estás hecha para mendigar amor.
No estás hecha para quedarte donde no te ven.

Si alguien no sabe recibir lo que ofreces, no es tu responsabilidad hacerte más pequeñ@ para entrar en su mundo.
No tienes que dar más.
Tienes que darte a ti.

Porque cuando alguien se entrega por completo y aún así no es valorad@, no es esa persona la que falla.
Es el vínculo.
Es la historia.
Es la falta de reciprocidad.

Y a veces esa falta no es porque el otro no te quiera.
Es porque no sabe quererte como tú necesitas.
Y eso también duele.
Duele porque queremos creer que con amor basta.
Pero no, con amor no basta.

Hace falta presencia.
Hace falta conciencia.
Hace falta voluntad.

Si eres la única que empuja, la única que cede, la única que se parte en dos…
eso no es amor.
Eso es desequilibrio.
Eso es abandono disfrazado.

Si hoy estás ahí, dando todo y recibiendo migajas, haz una pausa.
Mírate.
Pregúntate:
¿Y yo? ¿Quién me cuida a mí?

Nadie va a llegar a salvarte.
Pero tú sí puedes empezar a devolverte lo que diste.
Tú sí puedes transformar ese amor hacia afuera… en amor hacia ti.

Empieza hoy.
Con un no.
Con una distancia.
Con una decisión.

No por orgullo.
No por venganza.
Por dignidad emocional.

Porque tú también mereces ser amad@ como amas.
Vist@ como ves.
Sostenid@ como sostienes.

Si hay que soltar para reencontrarte, suelta.
El amor verdadero no te rompe: te expande.

Y aunque hoy no lo veas,
eres expansión pura.

Que estas palabras te recuerden que no fallaste: solo diste donde no había lugar para recibir.

Contenido protegido por derechos de autor. Gracias por honrar la energía con la que fue escrito.

Si esta reflexión resonó contigo, te invito a explorar más en nuestras experiencias de Emoción Lab.